Trenes de José Miguel Palacio (detalle de ‘Trenes Alstom, serie 100, en estación Puerta de Atocha’), los desnudos pictóricos de Nadav Kander (‘Michael’) y el Madrid monumental de Paula Varona (detalle de ‘Tensión Intangible II’).

Además del Museo Thyssen, otras 3 exposiciones juegan con las obsesiones, intenciones y temas del hiperrealismo y se proponen engañar al espectador: ¿fotografía o pintura?

Entre el calor del público y la tibieza de la crítica, más ‘pop’ que el ‘pop art’ y consagrado a reflejar una realidad superlativa. El hiperrealismo es la ‘sensación’ de la temporada artística (con permiso de la muestra sobre Dalí, en el Reina Sofía, que acaba de debutar) gracias a la exposición retrospectiva, ya superventas, que le dedica el Museo Thyssen.

El retrato compulsivo y minucioso de lo cotidiano, ‘re-representado’ a través de pinturas que toman como modelo fotografías de la realidad, da lugar a obras que apabullan por su perfección técnica y provocan extrañeza por su ‘deshumanización’. El gusto por el reflejo (en carrocerías, cristales, espejos) y las perspectivas tan ‘en HD’ que no existen (ni para el ojo ni para el objetivo) completan a grandes rasgos una corriente que seduce al espectador pero que suele ser señalada por su, supuesta o no, carencia de densidad intelectual.

Por si los caramelos de Robert Bernardi, los coches de Don Eddy o las cabinas telefónicas de Richard Estes en el Thyssen le han sabido a poco, le proponemos otras tres citas con obras en las que lo pictórico y lo fotográfico se confunden y que pondrán a prueba su percepción.

Álbum del Madrid urbano. Si los maestros americanos de este movimiento, nacido a finales de los sesenta y bautizado como ‘fotorrealismo’ por el coleccionista Louis K. Meisel, se recrean en el imaginario ‘made in USA’, la muestra ‘Hiperrealismo Urbano’ hace lo propio con el Madrid contemporáneo. «Me interesa todo lo que sucede en una urbe cosmopolita y global, su desarrollo socioeconómico y cultural, y en especial, los medios de transporte», explica el artista, José Miguel Palacio, unas obsesiones palpables en las 29 pinturas expuestas. Entre ellas, instantáneas a base de pincelada (y miles de fotografías previas de preparación) de la T4 de Barajas, la Gran Vía ‘atrapada’ en las lunas de un autobús de la EMT, o el AVE descansando en la Estación de Atocha. Galería Ansonera (Alcalá, 52) hasta el 25 de mayo.

El camino inverso. De Madrid a Málaga, de retratos urbanos a íntimos y de pintura que se hace pasar por fotografía a lo contrario. En el Museo del Puerto cuelgan las trece fotografías que conforman ‘Inner Condition’, una serie de desnudos del fotógrafo Nadav Kander que se ‘travisten’ de lienzos por sus colores, texturas, su luz y su composición.

Además, nacen como herederas de un debate pictórico de largo recorrido sobre la representación del cuerpo: la belleza clásica, idealizada, de artistas como Miguel Ángel frente al realismo de las lavanderas de Rembrandt, las prostitutas de la artista contemporánea Marlene Dumas o las personas corrientes e imperfectas de su coetánea, Jenny Saville. «Siempre quise fotografiar desnudos que provocaran algo más que una reacción básica ante una figura desnuda», escribe el autor. El espectador se siente expuesto, casi como el modelo, a instantes de descarnada intimidad.

Kander se hizo un hueco en la escena artística al ganar el premio Prix Pictet ‘Earth’ en 2009 por una serie sobre los cambios paisajísticos y sociales que están sucediendo a orillas del río Yangtzé, en China, y algunos de sus trabajos cuelgan en la National Portrait Gallery y en el Victoria and Albert Museum de Londres. Además, puede presumir de haber retratado a Obama para la portada de The New York Times Magazine. Museo del Puerto (Palmeral de las Sorpresas, muelle 2, Málaga).

De la nitidez a la pincelada. El hiperrealismo y el impresionismo no solo comparten edificio (ambos con muestras en el Thyssen, la consagrada al primer estilo hasta el 9 de junio, la del segundo hasta el 12 de mayo), sino que también se encuentran, en cierto modo, en el medio centenar de obras que Paula Varona presenta bajo el nombre de ‘Madrípolis’ en el centro Casa de Vacas.

Como ella misma explica: «De cerca, se ven las pinceladas, es una sensación casi abstracta. Según te vas alejando, comienza a ser una imagen muy real y al final, piensas que puede ser una fotografía». Sus cuadros son postales de un Madrid monumental («el que más me gusta porque es el más genuino») más brillante, más limpio, más luminoso que el de verdad, con una paleta de color en la que el blanco, el gris y los tonos pastel se llevan todo el protagonismo. Casa de Vacas (Paseo Colombia 1, Madrid). Del 1 al 29 de mayo.

Enlace: http://www.metropoli.com/arte/2013/04/29/517967b6684341d6420001c7.html

Laura Caso