Fernando Castro Florez

«Otro pintor de la vida moderna»

Libro «José Miguel Palacio Madrid Urbano»
Octubre 2006

La visión múltiple de Madrid que ofrece José Miguel Palacio es, no cabe duda, un intento de construir una poética de la ciudad en la que se desplaza lejos del derrotismo o de la mera apología. Desde el año 2003 comienza a fijar escenas, sensaciones y personajes madrileños, sin casticismo ni mera voluntad documental, intentado acceder, como él mismo Palacio indica, a la “idiosincrasia de una metrópolis global.

José Miguel Palacio se distancia, afortunada y conscientemente, de esa neo-objetividad, no está obsesionado por la frontalidad de una fotografía armonizadora del conflicto ni pretende reducir todo al esteticismo formal. Este creador quiere que ciudad vuelva a tener sentido y que no sea una mera fachada, un espejismo sin alma.

Son muchos los riesgos que asedian a las ciudades, por ejemplo, la uniformidad (multiplicación de espacios despersonalizados), la extensión (perdida de las fronteras marcadas por lo urbano) o la implosión (la desgarradura de las periferias). Pero el más difícil de suturar de todos es la imposibilidad de identificarse con el espacio en el que habitamos, una dislocación permanente. Pienso que la obra de José Miguel Palacio responde al profundo deseo de localizar(se) aunque sea a través de los detalles y sin homogeneizar la multiplicidad de lo cotidiano.

La ciudad desaparece como lugar de la memoria, como tránsito para el diálogo, como recinto donde intercambiar la palabra subjetiva, esto es, como territorio de nuestra propia existencia. Pero, insisto, José Miguel Palacio convierte su arte en una alegoría del necesario diálogo metropolitano, de la urgencia por recobrar nuestro espacio vital en medio de la turbulencia diaria.

José Miguel Palacio recurre la ciudad de Madrid como un etnógrafo pero sin intención científica, antes al contrario, dejando cifrados sus sentimientos, combinando, a la manera baudeleriana lo eterno con lo efímero.

Este artista es, como Constantin Guys, otro pintor de la vida moderna que vuelve memorable lo efímero, que busca, en las fachadas y los fragmentos de la ciudad o en los rostros captados al pasar, guiños de complicidad, esa mirada del otro que pone en marcha el deseo.

Carlos Delgado Mayordomo

«Más allá de la Realidad Urbana»

Exposición Centro de Arte Tomás y Valiente, Fuenlabrada, Madrid.
Mayo 2009

“Poco importa no saber orientarse en la ciudad –señalaba Walter Benjamín-. Pero perderse en ella, como quien se pierde en el bosque, requiere un aprendizaje”.

El complejo análisis de los componentes dinámicos de la ciudad que lleva a cabo José Miguel Palacio fragmenta lo real y nos ofrece los conceptos resultantes como parte de un territorio fluido; aúna estratos imaginativos, emocionales y sociales; nos propone, en definitiva, habitar un territorio sin pretender una réplica del mismo.

Juan Manuel Bonét

«Un moderno» «Vedutista»

Exposición Conmemorativa del 25 aniversario de la Casa de Cultura de Torrelodones, Torrelodones, Madrid.

Abril  2012

En efecto estamos ante un “flâneur” de la capital, ante alguien que aunque no resida en ella sino en su periferia más apacible, necesita asomarse casi cotidianamente a sus calles y plazas, sumergirse en sus multitudes un poco como Edvard Munch se sumergía en las de Oslo o de París, aspirar lo que un estridentista mexicano llamaría el “olor a nafta”, ver su propio rostro reflejado en esos escaparates que constituyen una de sus obsesiones –el día en que nos presentaron, le dije: “ah, el pintor de los escaparates”-, como la constituyeron para algunos de sus predecesores norteamericanos.

José Miguel Palacio, a la postre, es lo más parecido que conozco a un “vedutista” moderno. La Gran Vía es su Gran Canal; los autobuses son sus góndolas; los escaparates, su galería de espejos; el Teatro del Canal, su Fenice; los rascacielos, su Salute; los Airbuses, su Bucentauro…

Alfonso de la Torre

«La ambiüedad tras la fascinación»

Exposición Centro de Arte  de Alcobendas, Alcobendas, Madrid.
Diciembre 2016

 

Ciudad inspiradora de historias, pintadas o escritas, el pintor Palacio, -“obsesionado por Madrid”, diría Juan Manuel Bonet-, viaja desde el ras de suelo, -la calle y el comercio, sus luces o sombras, transeúntes y emigrantes, mimos, vendedores o mendigos-, hacia la bóveda.

A veces, como en los hermosos cuadros a lo Richard Estes, son pinturas en las que se refleja el paisaje en los cristales, sucediendo un encuentro feliz entrambos, suelo o ciudad frente a cielo-cima-nube, a modo de trompe l’oeil de la citada hiperrealidad, intercambio de la urbe y su reflejo, urban mirrors, en tautológicas palabras del artista. Y un cielo desmesurado (analizo ahora sus aires y siempre son distintos), permanece en sus lienzos como fondo de los fragmentos elegidos de la ciudad.

Artista devorador del escenario urbano, que gusta en hacer patente mas sin que por ello se aminore el misterio, es Palacio de la estirpe de los flâneurs, de los paseantes que entienden la metrópoli como el lugar fantástico en donde se desarrollan acontecimientos, –era una ciudad magnífica, dirá Georges Hugnet-.